- ¡Ay, p.. po… por ca.. cas… Castor y Pólux! – exclamó
Claudio al tiempo que al enredarse con su propia toga purpura de borde dorado
caía del lecho descabalgándola a ella, dejándola con el culo en pompa.
- ¡Dioses capitolinos, Tiberio Claudio César Augusto
Germánico, emperador de Roma!, tirado por los suelos con la polla tiesa; mucho
nombre y cargo para tan poca maña y verga, has perdido la mitad de tu dignidad,
querido, con este torpe revolcarte por el mosaico, siento decírtelo – replicó
Mesalina, mientras tapaba sus nalgas con un fino y transparente peplo de seda
al tiempo que se recostaba en el triclinium.
- ¡Me.. me.. me has
tirado de un cu.. cu.. culetazo, per.. per.. pérfida gorgona de ubres gordas! –
mientras cojeando se dirige a la silla curulis, donde se sienta.
- Pues un espasmo de placer no ha sido, eso seguro, me habrá
dado un calambre.
- Y he he he …….
- ¿Has qué, Claudio, mi amor?
- Me he he corrido en las te.. te..
- ¿En mis tetas?, no cariño, te aseguro que no.
- ¡Teselas!.
- ¡Ah!. Pues llama a Licurnia, la esclava griega esa que te
la chupa de vez en cuando medio flácida y que lo limpie lamiendo el suelo, a
fin de cuentas, está acostumbrada a recoger tu semen con la boca.
- De.. deja.
- Como quieras. Además, la mancha será muy pequeña,
inapreciable, no te preocupes, será solo una mota insignificante en el mosaico
de los doce trabajos de Hércules.
- ¡Mu.. mu.. muy graciosa!, ¡me me me has tirado!.
- Haber hecho palanca con la polla dentro de mi coño y
haberte “agarrapichado” mejor, mi amor.
- ¡Zorra de la Suburra!.
- ¡Uy!, perdona, que no puedes, se me había olvidado, no te
da para tanto.
- De.. de.. dejémoslo.
- Sí, mejor, mi amado emperador tardío y eyaculador precoz;
que esta noche viene Sementalix, en media hora si es puntual.
- ¿El gla.. gla.. gladiador?.
- Sí, el dacio retarius del anfiteatro Flavio; y es más, me
ha dicho que esta noche me daría una sorpresa para satisfacer mi lujuria.
- ¡Bien, puta!.
- Y esta vez, cuando te pongas detrás del mosaico de la
Gorgona y le quites las teselas de los ojos para mirar, no muevas las pupilas;
que la última vez me dijo el poeta Flaminio, en mitad del polvo, que la gorgona
le estaba guiñando el ojo y tuve que morderle el glande para que se olvidara
del asunto.
- Fla.. Fla.. Flaminio es ton.. ton.. tonto.
- Por un momento cariño, creí que ibas a ponerte a tocar el
tambor, con tanto tom tom, que parecía que hacías un redoble. Sí, es cierto, el
poetastro es idiota, pero tiene un rabo terminado en forma de maza muy del
agrado de mi coño, y de tu culo, por cierto.
- Sí.
- ¡Ah!, otra cosa, cuando te la menees, cielito, detrás de
la Gorgona; gime más bajo, por favor. Que el otro día resoplabas como un jabalí
de Etruria y los tres pretorianos que me follaban todos mis orificios, dejaron
de hacerlo y se pusieron a buscar por los rincones y debajo del triclinium a la
bestia.
- ¡Va.. va.. vale!
- Y ya sabes que a medias solo permito que me dejes tú, mi
amado cesar; y tuve que mandarlos decapitar inmediatamente.
- No pa.. pa.. pasa nada.
- Sí, si pasa, que a la noche siguiente, mientras me
enculaba, Quintiliano, el prefecto del pretorio; se quejó diciéndome que a este
ritmo se queda sin centuria, que me los folle pero no los decapite.
- ¡Ja,ja,ja!, ¡co.. co.. como una man.. man.. mantis religiosa!.
- Sí, mi amor, ya sabes que yo soy muy pía y nunca faltan
diariamente mis ofrendas al fuego eterno de las vestales. Pero cambiando de
tema, querido, y antes de que satisfaga las necesidades de mi vagina; ¿cómo va
el asunto de Britania?.
- Mal, francamente mal. Se han confederado y sublevado los
Pictos y Scotos, creo que mandaré tres legiones y probablemente me pondré al
frente, no me fio de los legados.
- Curioso, muy curioso.
- ¿Qué?.
- Que no te atascas y te trabucas tartamudeando si usas una
sola palabra, o me insultas o hablas de política, cariño.
- Práctica, simple práctica, años practicando para no
atascarme cuando hable de política en el senado. Simplemente es eso. Las palabras
simples por facilidad.
- ¿Y tus acaramelados insultos, como la vez que me llamaste
putón verbenero desorejado que tenia ladillas como centollas del puerto de
Ostia, del tirón; amor de mis entretelas?
- Y tus insultos porque eres tan tremendamente guarra y
tirada, la mayor furcia de la ciudad, que no necesito ni articularlos. La más
grande felatriz y meretriz desde la fundación de Roma.
- Gracias mi amor, no esperaba menos de ti y de tu
impotencia latente, que menos que reconozcas mis excelsas virtudes. Pero
volviendo al tema, ¿Qué vas a hacer?.
- Britania es un pueblo bárbaro y salvaje, y mucho me temo
que lo será por siglos y milenios.
- ¡Uhm!, estarán bien dotados entonces. Nunca he tenido un
Britano entre mis piernas. ¿Si vas me harías el favor de regalarme un esclavo
britano con un buen pollón, amor mío?.
- No te creas, son descoloridos e insípidos como pescado
hervido, y fríos como su maldito clima, al menos las britanas.
- ¿Te has cepillado britanas, precioso mío?.
- En los tiempos de Calígula lo raro sería no haberse
acostado con mujeres de todos los pueblos y tribus del mundo conocido. Pero ya
te digo, frías e insípidas.
- Como su clima, ya, picha fría.
- Si, pero al menos podían ser húmedas, que en esas malditas
islas llueve todos los días del año. Pero la vagina y el recto, e incluso te
diría que la boca, secos como serrín.
- Nos desviamos del tema, mi querido picha corta.
- Pues como te decía, son tribus que solo saben vivir
robando, y no hay forma de romanizarlas, nunca cambiaran; seguirán siendo
ladrones por el resto de su historia, mientras siga una gota de ellos corriendo
por las futuras venas.
- Bueno, mi flácido rey de los polvos conejeros, si de robar
se trata, Roma….
- No, perdona que te interrumpa, se roban entre ellos como
bellacos sin producir nada. Ni un solo olivo o vid o cereal se produce en esas
pérfidas y felonas islas. Solo ganado, como son ellos, cerdos y asnos.
- Algo tendrán, micropénico de mis amores, cuando los
conquistamos.
- Si no fuera por el estaño y la gloria del senado y pueblo
de Roma, no valdría la pena poner una sandalia en ellas. Porque ni para
esclavos de minas o canteras sirven de lo flojos y torpes que son.
- Tal y como lo pintas, puerquito mirón mío, no dan muchas
ganas de ir a pasárselos por la piedra.
- Como te decía, cuando se cansan de robarse, degollarse y
destruirse las distintas tribus entre si, es decir, cuando ya no les queda
mujer, cerdo o asno que robarse; se vuelven contra Roma, se confederan en su piojosa
miseria y atacan las pocas villas o guarniciones que tenemos allí; porque
ciudad, ni una que merezca tener ese nombre hay.
- Se entiende que sin tener mujer, cerda o burra en la que
meterla en caliente y entretenerse, algo han de hacer. Estar dándose por culo
unos a otros todo el día les irritará el recto y el carácter, ¿no crees, Príapo
de pacotilla de mis pechos?.
- El caso es que hay una revuelta de britanos desarrapados y
hay que sofocarla antes de que se les hinchen los cojones a los senadores y sean
ellos los que quieran darme a mí por culo.
- Eso te gustaría, si fuera literalmente, claro; sátiro
vicioso de ano dilatado como la entrada del hipódromo.
-Yo soy más discreto que tú en mis apetitos, perraca
impúdica.
- No entres al trapo siempre, mi cornudito consentido, que
si no es muy aburrido. Y dime, ¿Qué piensas hacer en Britania?.
- Pues lo normal en estos casos, arrasar a fuego y sangre
varias millas antes y después del actual limes. No pienso ni hacer esclavos.
Degollaré a hombres, mujeres, ancianos y niños; para dar un escarmiento.
- Ahora si me estas poniendo los pezones duros, calzonazos
de mi corazón, y no cuando me metes tu gusanito por el coño y ni me entero.
Sigue, sigue.
- Arrasaré todo el territorio, quemándolo todo, no dejaré ni
un solo bosque sin destruir; y si es necesario incluso sembraré los campos de
sal, para que sean improductivos, como hicimos en Cartago.
- Ya has conseguido que me palpite la pepitilla, tengo el
clítoris que me late, cabrón tartamudo de cojones colganderos.
- Así conseguiré una frontera tranquila por unos años y
liberar legiones de ella y llevarlas a Germania.
- ¿Y construir un muro de costa a costa?, según los mapas
que he visto de Britania sería muy factible y así aislar el imperio dejando
dentro solo a los más romanizados. ¿Te parece bien, Claudio, perrito lametero
de mi flujo vaginal?.
- No, Mesalina, gran ramera del palacio imperial, sería de
un coste prohibitivo.
- Creo, estimado y tartaja Cesar, que has vuelto a correrte
antes de meterla. ¿No será igual de prohibitivo miles de toneladas de sal?.
- No era algo literal. Y aun así, sigue siendo más cara la piedra
que la sal. Y serviría de poco, son tan ladrones y miserables tanto las tribus
de dentro como las de fuera de la frontera y se alían y sublevan ambas.
- Pues esta vez realiza bien los cálculos, patizambo rijoso
de mis amores, no estoy dispuesta a que ocurra lo mismo que con la ampliación
del puerto de Ostia.
- Si eso te gustó, no me mientas, prostituta sin causa.
- Que para que tú cuadrases balances, cornudo con causa,
tuviera que comerles las pollas a todos esos vejestorios que olían a momia,
hasta despellejarme los labios; o a esos gordos de polla diminuta perdida entre
sus pliegues abdominales grasos; no fue un placer que digamos. Aun me viene el
olor a ajo de sus anos malolientes por mal limpiados y me dan arcadas. Terminé
hasta los pelos del coño de tanto mamar a ese atajo de arquitectos y
proveedores caducos y zarrapastrosos.
- Preferirías que hubiera ampliado el anfiteatro Flavio y
así engullir todas las vergas de los gladiadores, mi ninfómana consorte, ¿no?
- Tranquilo, mi amado marido pajillero, que eso ya está casi
a punto de ocurrir sin necesidad de gastar en reformas. Pero dime, ¿cuándo
partirás para Britania?, porque has dicho que te pondrás al frente.
- Para la primavera próxima. Tranquila que aun tienes meses
para preparar todas las orgias y bacanales que se le ocurran a tu calenturiento
coño y convertir el palacio imperial en un lupanar en mi ausencia.
- ¡Qué bien me conoces!, así será. Polla boba, tal y como
dices.
- Pero quiero un informe, bien detallado y por escrito, de
todo lo que hagas, perraca.
- Descuida, mi amado de polla lacia, a lo sumo morcillona,
será como siempre.
- ¡Bien!.
- Y ahora, mi corrompido esposo, vete detrás del mosaico de
la Gorgona, que es la hora de que venga el dacio Sementalix, y tengo que
hacerle una señal de que todo está bien desde la ventana con una lucerna.
- Va.. va.. vale, pero re.. re.. recuerda de.. de..
- Sí, pero corre ya, mastuerzo de picha fofa, y ocúltate. Ya
me encargo yo de decirle que para la próxima vez venga con otros tres o cuatro
compañeros más.
- ¡E.. e.. eso! – cojeando desaparece del atrio por una
discreta puerta situada al lado de un elaborado mosaico de diminutas teselas
sobre el mito de la muerte de la Gorgona.
- ¡Que hombre tan rijosamente sátiro este cabroncete; cojo,
tartamudo, medio impotente y eyaculador precoz!, ¡pero que cerebro tiene el muy
cabrón!; tanto como le admiro como emperador le desprecio como amante – dice
para si Mesalina, mientras coge una lámpara de aceite con una mano y la agita
por la ventana; al tiempo que con la otra mano se introduce todo el puño
cerrado en la vagina, para dilatarla convenientemente al tamaño del pollón del
gladiador, tras el encogimiento elástico que ha tenido su musculatura perianal
con el poco dotado Claudio.